Past tense

Me acuerdo de cuando nos valía con estar todos juntos. Unas cervezas, el parque, la xbox o la wii. Algo tan sencillo como un juego de mesa o quedar en el Duende. Todo esto me ha venido a la mente porque el otro día volvía a casa con mi hermana y en un cruce nos separamos momentáneamente. Confundido me uní a su camino porque de inmediato vi que su ruta era la más rápida. Solté, sin más, una frase: la costumbre. Sí, la costumbre de cuando esa era la ruta perfecta para todos. Los tiempos felices, tíos, ¿os acordáis? 

Me ha ocurrido porque he vuelto a hacer la ruta por el camino de siempre. Pese a haber sido consciente de que estaba tomando el camino largo he decidido en continuar por él. Dios mío… me he acordado de tantísimas cosas. Ha sido realmente tierno. Y muy divertido. Un Guitar Hero nos sobraba para montarnos la fiesta, unas películas o interminables sesiones de música. Supongo que la vida nos ha amargado y que once años después nos hemos querido convencer de que vale más guardarnos bien a nosotros que desproteger nuestras posiciones para cubrir a un amigo. 

Puede que en algún momento nos volviésemos menos generosos; sobre todo creo que nos creíamos menos importantes y teníamos, está claro, muchísimo menos ego. Éramos más sencillos y con poco nos bastaba. Era lógico querer explorar nuevos horizontes y, supongo, ahí empezamos a tener preferencias, a gestionar el cariño y aprendimos a administrar el rencor aunque fuese en dosis ínfimas. Pero era eso, el germen. Luego supongo que las cosas fueron según lo previsto. La entropía, quiero pensar, que nos hizo conscientes de lo unidos que estamos al cosmos. 

Todo tiende al caos, a la ruptura. 

Y a pesar de todo ello algunos sobrevivimos, nos rehicimos y crecimos fuertes. Pero no lo suficiente, salta a la vista. Qué pasaría con esos chavales que se preocupaban los unos por los otros, que en invierno compartían sofá y salón y en verano la piscina. Las primaveras en la terraza de Marcos siguen siendo espectaculares. Eso no cambiará nunca. Las vistas al parque, el sol más longevo en la tarde que alarga, pobladas de sombras caprichosas de árboles renaciendo. Y las noches de niebla, solos en su casa, viendo películas de miedo. Riéndonos y asombrándonos a partes iguales con la serie B. 

Eso era suficiente y no era poco. 

De camino a casa, paso a paso, he ido cerrando puertas. La verdad es que nos echo de menos, a todos, y puede que sobre todo menos a mí mismo. ¿Se podría mantener toda la sabiduría adquirida sin renunciar a esa inocencia, a todo ese entusiasmo? Joder, hace mucho que solo me acuerdo de las cosas buenas que tuve con Elena, que fueron muchísimas y ojalá yo la pudiera hacer tan feliz como ella me hizo sentir a mí; hace mucho que las cosas malas que tuvimos, que fueron pocas pero lamentables e injustas para un amor tan hermoso, ya no las recuerdo con rencor. Son simplemente eso, la rúbrica de la entropía. Un recuerdo que pincha en la nostalgia; un mal trago repleto de nutritivas lecciones. Sinceramente me gustaría saber que todo le va bien, que es feliz, que ha encontrado alguien a quien cuidar sin dudar en desproteger la posición propia; alguien con quien compartir sus sueños, alguien que no dude en luchar por los de ella. 

Puedo recordar los momentos del declive, las subidas y bajas. Lo recuerdo todo. Y siento que fui muy afortunado. Tuve suerte y valió la pena. 

He aprendido muchísimo en todo este tiempo. He crecido y creo firmemente que soy mejor de lo que era, más completo y equilibrado pero… es inevitable pensar en que esos años fueron los mejores de mi vida. Una etapa llena de tantas cosas nuevas, experimentándolas con Javi y Erica, trío indisoluble somos, que fácilmente puedo decir que fue cuando más feliz me recuerdo. 

No me puedo quejar. Porque, por una suerte que posiblemente no merezca, los tres seguimos juntos. Somos nexos los unos de los otros con nuestro pasado y, al mismo tiempo, puertas de esperanza para el futuro. Así que no tengo nada que me impida mirar hacia adelante, del mismo modo que tampoco lo tengo para mirar atrás. sentándome sobre algún banco en la memoria, sonriendo. Sonriendo siempre de verdad.